Texto incluído en 'Glosario Imposible' editado por Hablarenarte
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Los proyectos de producción artística que colectivizan metodologías, herramientas, procesos, cuidados, saberes, prácticas y secretos han adquirido un especial protagonismo. Entre otras cosas, suponen un interesante desafío a las jerarquías tradicionales de producción artística y cultural desde múltiples ángulos, estimulan la creación de comunidades que operan de manera autónoma y pueden constituirse en un punto de fuga, un nuevo sindicalismo social, que desafíe la precariedad.
Vamos a comenzar con un breve viaje en el tiempo. Nos interesa trazar una cierta genealogía. Al final de los 70, la experimentación política y contracultural, llevada a cabo de manera colectiva con el objetivo de alcanzar la emancipación del Fordismo y de la subjetividad disciplinaria, era ya bastante difícil de distinguir de su absorción en un nuevo régimen. Las estrategias de subjetivación, de relación con el otro y de la producción cultural habían tomado una importancia esencial. Muchos de los precursores de las transformaciones de décadas anteriores se habían convertido en los protagonistas de un mundo fabricado por y para un capitalismo de nuevo estilo.
Las condiciones de vida y trabajo actuales nos remiten a la genealogía de los movimientos contraculturales desde la década de los 60. En el contexto del feminismo, el ecologismo, la izquierda radical, las lucha barriales y los movimientos autónomos de esos años, las prácticas disidentes de formas de vida alternativa y los deseos de cuerpos y relaciones diferentes, se buscaba alejarse de las condiciones de trabajo habituales en esos momentos y de sus medidas disciplinarias. La aceptación voluntaria de condiciones de empleo precarias respondía generalmente a la necesidad de superar la moderna división patriarcal entre reproducción y trabajo asalariado.
En los últimos años, sin embargo, son precisamente estas condiciones alternativas de vida y de trabajo las que han llegado a ser cada vez más utilizables económicamente como posibilidades de negocio, porque favorecen la flexibilización del mercado laboral exigida por los poderes financieros. De este modo, las prácticas y discursos de los movimientos sociales, políticos y culturales de las últimas décadas además de ser disidentes y antagonistas contra la normalización, son, en parte, absorbidos por el imaginario neoliberal de gobernabilidad.1 Se trata de un profundo proceso de comodificación y cooptación de la potencialidad cultural y artística. En Una Breve Historia del Capitalismo el filósofo norteamericano David Harvey habla abiertamente de cómo el capitalismo tardío despliega la cultura para comercializar las formas de resistencia y creatividad, para robarles su potencial revolucionario.2
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LA COMODIFICACIÓN DEL ARTISTA
LA COMODIFICACIÓN DEL ARTISTA
Continúo con la digresión sobre la comodificación/precarización de la producción cultural y artística. En su interesante ensayo Unpredicable Outcomes / Unpredicitible Outcasts, la investigadora Marion von Osten sostiene que la figura del artista personifica la exitosa combinación de una diversidad ilimitada de ideas, creatividad a la carta y sofisticado auto-marketing, que es lo que hoy en día se le exige a cualquier persona que se precie en el mercado de trabajo. El artista parece ser el protagonista en esta nueva manera de entender la relación entre el trabajo y la vida, y, lo que es más importante en nuestro contexto, para mediarlo a audiencias más amplias.3
Esta mistificación de la figura del artista, cuyo modo de trabajo está basado en la auto-responsabilidad, la creatividad y la espontaneidad, es, como sabemos, la que hoy en día alimenta la narrativa del discurso sobre el trabajo. Desde la década pasada, en los programas sobre política de empleo en países como Holanda, Alemania y Gran Bretaña, que luego han sido adoptados en muchos otros países, el apoyo al parado depende de su capacidad de ser creativo, emprendedor, autónomo y en su disposición a conjugar de manera productiva el tiempo de trabajo y el de la vida.4
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Aterrizamos en el aquí y ahora para ver cómo toman cuerpo estas transformaciones en la producción de subjetividades. Creo que era Mao Tse-tung quien decía que “nuestro campo batalla es el imaginario de las clases medias.” Aunque sea brevemente, es interesante destacar cómo el arte y la cultura contemporánea española se construyen como imaginarios de clase y género, desarrollados por agentes que generalmente pertenecen a estratos sociales muy determinados. Resulta endémica su tradicional falta de sensibilidad ante los conflictos sociales y políticos o ante la extrema precarización de las condiciones, materiales e inmateriales, de la producción.
En este contexto, es un hecho sintomático que la figura del artista se haya convertido en el modelo de precarización. El neoliberalismo busca la máxima flexibilización para que el trabajo sea barato y fácilmente explotable. El llamado trabajo autónomo sigue una serie de parámetros de empobrecimiento: la búsqueda de ocupaciones temporales sin derecho a baja médica, a cobrar paro o vacaciones pagadas; la ausencia de protección ante despidos improcedentes; la carencia de una mínima protección social. La línea divisoria ente el tiempo laborable y la vida se desvanece. Hay una acumulación de conocimientos durante las horas no pagadas que no es remunerada, pero que se exige de manera natural. La comunicación permanente en las redes es vital para poder sobrevivir… Pero estos parámetros se mantienen invisibilizados bajo el manto de la creatividad en el imaginario neoliberal de gobernabilidad. El arte es un interesante campo de pruebas y experimentación de subjetividades para el capitalismo, en él se generan desde modelos de precarización a múltiples procesos mercantiles especulativos.
No vamos a extendernos mucho con esto, pero desde su consolidación, la cultura del régimen de la transición se ha caracterizado por la ausencia de capacidad crítica, la asunción de los marcos conceptuales e institucionales y la falta de compromiso político y social. Según el neoliberalismo se ha consolidado como el ADN biopolítico del sistema, los espacios de producción artística y cultural han sido atravesados, parcelados, territorializados por fórmulas de mediación que suponen la introducción de la lógica del mercado, así como de dispositivos de control.
Una de las funciones de la cultura oficial, como comenta David Harvey en Una Breve Historia del Capitalismo, es la invisibilización de los procesos de precarización de las personas, las comunidades y los colectivos.5 En este sentido es interesante destacar como en las últimas décadas el sistema político español ha aplicado las políticas neoliberales en el espacio del arte y la cultura con una intensidad y un sesgo particular. Obsesionado con la estabilidad y con estabilizar, ha estructurado este territorio como un espacio mediado, normativizado, regulado, instrumentalizado, homogenizado. De hecho, ha utilizado todos los medios a su alcance para tratar de establecer una cultura hegemónica con el objetivo de producir subjetividades dóciles, despolitizadas, altamente consumistas. Y se las prometía felices hasta que estalló el 15M con sus practicas de colectivización de los procesos de construcción social, sus lógicas de desbordamiento y el desarrollo del pensamiento como acción. El pensamiento como acción…
El uso que el sistema hace de la mediación es un problema clave en el terreno del arte y la cultura. La ha convertido en la fórmula para introducir y consolidar la lógica mercantil neoliberal y la consiguiente precarización de las condiciones de producción. En este contexto, la institucionalización de las prácticas colaborativas puede traer consigo su cooptación, despolitización, limitación de potencia estética y pérdida de la capacidad tanto de desbordamiento de los marcos conceptuales e institucionales como de generación de conflictos. Las fórmulas de mediación se han desarrollado para controlar y domesticar el potencial subversivo, transgresor o sencillamente crítico de la creación cultural y artística colectiva, así como la institucionalización jerárquica de sus prácticas.
No hablamos sólo de cooptación y comodificación, el proceso que estamos viendo va algo más lejos. Se trata de un conflicto de construcción de subjetividades o, para ser más precisas, vivimos en conflicto con la subjetivación capitalista que nos atraviesa.
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PUNTOS DE FUGA: EL SINDICATO SOCIAL
A la hora de hablar de proyectos colaborativos en los que se colectivizan las herramientas de producción partimos de la idea de que las relaciones intersubjetivas no son únicamente un fin en si mismas; sino que permiten explorar terrenos tan complejos como la naturaleza de los procesos pedagógicos, el papel de los afectos, la labor que juegan los sistemas de representación cultural y las instituciones, los protocolos de comportamiento, la construcción de los géneros, la implicación política y las potencialidades de las micro-políticas, las desigualdades y el sistema de clases, el narcisismo, el concepto de valor.
Y hablamos, claro, de precarización.
Un punto de fuga particularmente interesante para salir del laberinto y luchar contra las dinámicas precarizadoras es la reinvención de fórmulas sindicales. Y en este proceso juegan un papel esencial los procesos de colectivización de prácticas, herramientas, cuidados, saberes, metodologías, mediaciones. De aquí la importancia de que estos no sean cooptados, despolitizados, institucionalizados.
Necesitamos reinventar fórmulas del sindicalismo social para poder encarar el profundo deterioro de las condiciones de vida de la producción cultural, cuestionar a fondo la figura y posición jerárquica que ocupa la institución y el represente institucional y producir nuevas realidades. Necesitamos formulas sindicales abiertas que sean capaces de producir conflicto, que superen dicotomías y que articulen conocimiento. Fórmulas de sindicalismo social que tracen redes transversales con proyectos políticos antagonistas y con la multitud de fenómenos culturales vivos, hayan sido o no reconocidos como tales. Hablamos, en suma, de la construcción del sindicato de las productoras culturales precarizadas, que desarrolla el ‘pensamiento como acción’ en una lógica de desbordamiento del marco institucional, económico y artístico.
Sería interesante realizar una completa reorganización de lo que se supone que es la estructura de producción artística para eliminar la precariedad. Da un poco de pudor decirlo pero, tras haber reinventado la fórmula partido político para asaltar el poder institucional, se hace necesario reinventar el dispositivo sindical para alterar las condiciones, materiales e inmateriales, de producción cultural y artística. Y los procesos de colectivización de herramientas, metodologías, prácticas y proyectos, son parte esencial de ese nuevo sindicalismo social, reticular y autónomo que combate el proceso de precarización que sufrimos y produce nuevas realidades.
Uf.
Notas
1. Paolo Virno. A Grammar of the Multitude. (p. 101)
2. David Harvey. A Brief History of Neoliberalism.
3. Marion von Osten. Unpredicable Outcomes / Unpredicitible Outcasts.
Publicado en: http://eipcp.net/transversal/0207/vonosten/en
4. Claire Bishop. Artificial Hells. Participatory art and the politics of spectatorship. (pp. 13-18). “El Norte de Europa ha transformado el discurso de los 60 sobre participación, creatividad y comunidad; estos términos han dejado de tener una fuerza subversiva y antiautoritaria, sino que se han convertido en la claves de las políticas económicas post-industriales.” (p. 14)
5. David Harvey. A Brief History of Neoliberalism. (p.47)
. Bishop, Claire. Artificial Hells. Participatory Art and the Politics of Spectatroship. Verso.
. Guattari, Féliz. Caosmosis. Ediciones Manantial. Argentina.
. Guattari, Féix y Rolnik, Suely. Micropolítica. Cartografías del deseo. Traficantes de Sueño.
. Harvey, David. Rebel Cities, From the Right to the City to the Urban Revolution. Verso.
. Negri, Toni. Movimientos en Imperio. Paidós.
. Raunig, Gerald, Ray, Gene y Wuggening, Ulf (eidtores). Critique of Creativity. Precarity, Subjectivity and Resistance in the ‘Creative Industries’. May Fly Books.
. Vercauteren, David, «Mouss» Crabbé, Olivier y Müller, Thierry. Micropolíticas de los grupos para una ecología de las prácticas colectivas. Traficantes de Sueño.
. Virno, Paolo. A Grammar of the Multitude. Semiotext(e) / Foreign AGents.